lunes, 14 de febrero de 2011


I
Entonces me sentí solo,
más solo que cuando respiro en la mañana,
más triste que cuando la luna se oculta,
desolado, oscuro y vacío.

Las sombras de mi alma,
atormentaban mi camino,
recogían mi alma desechada en el piso,
y tú, no estabas ahí.

Solo, como la vida misma
triste, como la niebla de invierno
intensamente mortal
sediento y sangrante,
tú, no estabas ahí

Mis lágrimas brotaban,
mi ser desfallecía,
y tú, tu no estabas ahí.